Empecemos por el principio: 1789, es una fecha que te dice algo, ¡La Revolución Francesa! Pues bien, este mismo año, nace en Francia, en la región de Saint-Etienne, Marcelino Champagnat,
futuro fundador de los Hermanitos de María. A este sencillo campesino, el Señor le llamó al sacerdocio; fue un sacerdote entregado al servicio de los jóvenes. Sí, Dios le regaló un gran amor por ellos y el ardiente deseo de darles a conocer y a querer a Jesús.
Y él, realizó su proyecto precisamente con jóvenes, formando una familia de religiosos dedicados a la educación y a la evangelización de los más desfavorecidos. Marcelino Champagnat es su padre espiritual. Inspirado por el Espíritu Santo y guiado por María, va descubriendo en el Evangelio que medita cada día, palabras de Jesús que se convertirán en fuertes llamadas personales y que se transformarán en consignas para su vida y para la de sus Hermanos:
Les dio a sus hermanos el nombre de Hermanitos de María, para recordarles que su vida debe ser una vida humilde como la de María. Y resume todo esto, unos días antes de morir, con estas palabras: Ojala se pueda decir de los Hermanitos de María como de los primeros cristianos: Mirad cómo se aman.
Los Hermanos Maristas hoy, sucesores de aquellos primeros Hermanitos de María, estamos extendidos por todo el mundo, tratamos de ser fieles a las líneas que Marcelino, nuestro fundador, nos ha dejado:
Marcelino es nuestro Padre. Su vida es apasionante. Te la vamos a contar.
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